domingo, julio 10, 2011

Conductas humanas y otras no tanto

Me resulta complicado escribir comunicados corporativos. No me refiero al formato, ni a lo esquematizado de sus estructuras, voy a algo más de fondo. Me complica la parada en la vida en la que tienes que estar para llegar a disfrutar de la vida de cubículo. Ayer durante un almuerzo familiar, al que llegue atrasado, y por E N D E, me tocó sentarme en la mesa al lado de ése primo medio cuico con el que sabes que no tienes mucho tema, y no es una cosa de ahora, sino que se remonta casi de los 9 años, pese a que nos conocemos de toda la vida nunca ha sido fluida nuestra convivencia.

Por ejemplo; mientras yo voy a marchas marchas, este weon mira en menos a esos rotos pierden el tiempo. Mientras yo iba a tocatas punky, éste weon iba a Murano. Él estudió en la católica, yo en una privada. Mientras él prefiere un cerveza para acompañar el almuerzo, yo opto el vino. Detalles. En fin, mientras esperábamos el plato de fondo, ya agotado todos los recuerdos de esos veranos la raja que pasábamos en algarrobo, le pregunté sobre su pega. Ahí la cosa se volvió confusa, empecé a escuchar sobre: los beneficios, la institución, el gym, el horario flexible, las anécdotas del jefe, y bla, bla, bla ya cuando íbamos en la llave del baño de los supervisores decidí desconectarme de la conversación. me limite a escuchar y mover la cabeza. – Prefiero tirarme un balazo la sien a terminar comentando efusivamente ése tipo de wevadas. – La vida de la gente de oficina es una soberana lata, ahí solo habita gente que tiene prioridades y momentos de su vida diferente a la mía, creo.

Digamos que me encanta ver The oficce, pero me cuesta interpretar un personaje de la serie.
Me cuesta adaptarme a todo eso, pero lo trato. Cuando suena mi despertador Me levanto al tiro y no digo '5 minutos más', Me ducho y salgo al frio. Tomo metro como un espartano y no me quejo porque está lleno. Llego a mi nuevo trabajo y me hago una taza de té mientras saludo a los que van llegando. Prendo mi computador. Reviso correos, trabajo, converso, se me pasa el rato. Almuerzo, sigo trabajando. Ese es el plan. La tarde se hace corta y de nuevo es hora de irse. Tampoco me quejo del metro de vuelta, peor que el de la mañana. Llego a mi casa y aunque trate de prender mi computador, no puedo. Me duermo a las 9 PM. Como una guagua. Sueño cosas raras, pero da lo mismo. No pensar en uno mismo de lunes a viernes es una cosa que recomiendo. Aprender a vivir esta condena es algo que tengo que transitar, por lo menos hasta que pueda comprarme mi casa en pichilemu, y poder dale a mis cabros chicos eso mismos veranos tan la raja que yo viví en algarrobo.

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Nacido en Chucaquimata,de profesión periodista, surfista amante del mar,el arte, el pan con palta y los muffins.